Por Julio Benzant El sacerdote Ervin Taveras Guzmán, quien hasta hace pocos días era considerado un “mensajero de Dios” para encaminar a sus fieles al paraíso y la vida eterna, se ha convertido en una representación terrenal del “demonio”, despreciado por aquellos que le conocieron y le abrieron las puertas de sus almas y de sus casas.
Esta mañana, Taveras Guzmán, quien era un perfecto desconocido para la opinión pública nacional, “desfiló” con grilletes en los antebrazos como si fuera una verdadera estrella del crimen, acosado por una multitud de periodistas que trataban de captar cada gesto suyo.
El sacerdote atrajo hacia él la atención mediática tras admitir ante las autoridades que él es un gay y que habría asesinado con un martillo y un cuchillo a Fernely Carrión, un chico de 16 años, a quien había seducido y con el cual sostuvo relaciones sexuales durante los últimos tres años.
El Arzobispado de Santo Domingo, que le ha asignado abogado para que asuma su defensa técnica en los tribunales, lo considera inocente.
Sin embargo, cuando era conducido bajo protección policial hacia su próxima morada, en la cárcel de Najayo, un hombre le gritó a pleno pulmón:
-“¡Ese es el demonio!”, según muestra el siguiente vídeo:
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