Santo Domingo RD Al iniciar el viacrucis que me impuso el destino al verme involucrado en un escandaloso
expediente judicial, desde la sorpresa de aquel que lo desconoce tod,ome hice una
única pregunta: ¿qué hago yo aquí? Mientras más conocía de los motivos que se
aducían más razones encontré para preguntarme una y otra vez: ¿qué hago yo aquí?
Denuncié con todas mis fuerzas la obvia ausencia de motivos que justicaran mi
presencia en el juicio de semejantes eventos, pero el ruido le negó todo espacio a la
razón, el abuso venía precedido de la determinación de instrumentalizar mi presencia
con el empeño de ocultar afanosamente la ausencia de la verdad. Tenía un único
camino, recorrer las estaciones, esas que me postraron de parada en parada durante
casi cinco añosfrente al escarnio que humilla inconsciente y sin fundamento, dando por