Guardias vigilan mientras el presidente chileno, Salvador Allende, sale del Palacio Presidencial.
Fotografía de Lagos Vázquez / Keystone / Gettyimages.ru
“Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”, proclamaba Salvador Allende hace 51 años, en su último y estremecedor discurso a través de Radio Magallanes. Aquel mensaje, cargado de dignidad y valentía, marcaría el fin de su vida, pero su eco sigue resonando en las venas de América Latina. El golpe de Estado no solo fue una traición al pueblo chileno; fue el preludio de una dictadura que bañaría de sangre al país y lo convertiría en un laboratorio del neoliberalismo salvaje.
Hoy, medio siglo después, las sombras de aquel golpe siguen proyectándose sobre el presente. La nueva extrema derecha, que en el fondo no es tan distinta de la de antaño, ha hecho del aniversario de esa tragedia un motivo de celebración. Y digo bien, celebración.
El pasado 5 y 6 de septiembre, en la capital argentina, Buenos Aires, se dieron cita las principales fuerzas ultraconservadoras de la región en el III Encuentro Regional del Foro Madrid-Río de la Plata 2024. Este encuentro, lejos de ser un hecho aislado, representa el florecimiento de una semilla plantada en España por el partido político Vox.
La reciente victoria electoral de Javier Milei en Argentina, uno de los firmantes del manifiesto inaugural del Foro Madrid, es el símbolo más visible de este movimiento ultraconservador que avanza con fuerza por América Latina. Para ellos, su ascenso no es solo una cuestión nacional, sino un éxito colectivo de una estrategia global.
El Foro Madrid, creado en 2020 a instancias de Vox, lanzó su manifiesto fundacional bajo la llamada Carta de Madrid. Este documento no solo representa un plan de acción, sino también un proyecto de alianza permanente entre los movimientos populistas de extrema derecha en todo el mundo. La llegada de Milei al poder en Argentina es, sin duda, una prueba del éxito de este ambicioso plan.
El golpe de Estado contra Salvador Allende sigue siendo una herida abierta en la memoria histórica de Chile y de toda América Latina. Sin embargo, a 51 años de aquel fatídico día, lo que parecía ser una lección de la historia ha sido tomado por algunos como una bandera de victoria. Para las fuerzas ultraconservadoras, el golpe no fue un fracaso moral ni un crimen, sino un ejemplo a seguir.