Santo Domingo Este..barrio El Tamarindo, uno de los más antiguos de Santo Domingo Este, tiene una historia rica y significativa en la producción agrícola y ganadera de la República Dominicana. En épocas pasadas, su parte trasera fue sede de una zona ganadera impulsada por el dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien instaló allí un importante centro de ganadería. En este sector se producían leche, hortalizas y se criaban animales como ganado, ovejas, caballos y mulos, lo que hizo conocido a El Tamarindo como una importante zona productiva en la región.
Sin embargo, tras la muerte de Trujillo, El Tamarindo ha ido quedando en el olvido. Hoy en día, lejos de ser un centro agrícola próspero, el barrio enfrenta una creciente sensación de abandono y marginación. Los medios de comunicación, que antes solían resaltar sus actividades y su importancia en la economía local, ahora solo lo mencionan cuando ocurre un crimen, un suicidio o algún evento negativo. Esta falta de visibilidad mediática ha contribuido a que los problemas de la comunidad pasen desapercibidos para la opinión pública.
A pesar de su cercanía con el Distrito Nacional, El Tamarindo parece estar distante de las prioridades de los gobiernos locales y nacionales. En nuestras recientes visitas al barrio, pudimos observar que la situación es preocupante: el lugar se encuentra en total abandono, con infraestructuras deterioradas y la falta de atención por parte de las autoridades. A pesar de los esfuerzos de algunos gobiernos anteriores, como el de Leonel Fernández y Danilo Medina, por iniciar proyectos de infraestructura, como una escuela que aún está incompleta, el actual gobierno de Luis Abinader parece haber dejado de lado este sector.
El caso de la escuela es un claro ejemplo de la falta de seguimiento a proyectos esenciales para el desarrollo del barrio. Esta escuela fue iniciada en el gobierno de Leonel Fernández, avanzó parcialmente en el mandato de Danilo Medina, pero hoy, aún inacabada, sigue esperando la intervención del gobierno central para ser terminada. Son muchos los estudiantes de la comunidad que ansían poder estudiar en condiciones adecuadas, pero se ven limitados por la falta de infraestructura.
El Tamarindo ha sido, durante años, una zona de vida rural y productiva, y hoy, sus habitantes merecen ser reconocidos y atendidos como cualquier otra comunidad en el país. El barrio no solo necesita ser recordado en los titulares por hechos trágicos, sino que también requiere un compromiso real por parte de las autoridades para mejorar la calidad de vida de sus residentes.
Es imperativo que el presidente Luis Abinader, el alcalde de Santo Domingo Este, Manuel Jiménez, y otros responsables se acerquen a El Tamarindo, vean de cerca sus necesidades y pongan en marcha los proyectos pendientes. Este barrio, que fue un motor de la economía nacional, merece una oportunidad para renacer, como lo requieren todos los barrios que han sido históricamente olvidados por el poder central.
Este editorial es un llamado de atención para que las autoridades dejen de beneficiarse exclusivamente de los impuestos y empiecen a devolver algo al pueblo, especialmente a sectores como El Tamarindo, que sigue esperando una verdadera mejora en su calidad de vida. Ojalá este mensaje sea escuchado, y que el futuro del Tamarindo sea distinto al presente de abandono y desatención en el que se encuentra.