Preocupante realidad e inevitable condición en nuestra nación
Nacionalismo, patriotismo, realismo
San Antonio de Guerra..La situación de la migración haitiana hacia la República Dominicana es una cruda realidad que, con el paso de los años, los gobiernos no han logrado controlar de manera efectiva. A pesar de los esfuerzos realizados, probablemente inspirados por el nacionalismo o el patriotismo histórico, la realidad sobre el terreno es otra, muy diferente y compleja, influenciada por factores internos y externos.
Con una frontera permeable y sin un control migratorio efectivo, la República Dominicana se enfrenta a una invasión pacífica, que muchos llaman la “haitianización” del país. Haití, una nación con un futuro incierto, carece de un régimen estable, con un gobierno débil y sin la orientación necesaria para garantizar el bienestar de su población. Esta situación ha llevado a millones de haitianos a huir de su país en busca de mejores condiciones de vida, lo que incrementa el flujo migratorio hacia la República Dominicana.
Sin embargo, esta migración no solo representa una crisis social, sino también una dependencia económica que no podemos ignorar. La realidad es que hoy, sin haitianos, no habría construcción, ni agricultura, ni el flujo constante de mano de obra que sustenta muchos sectores de nuestra economía. Los haitianos se han convertido en una fuerza laboral esencial para la nación, trabajando en campos que muchos dominicanos rechazan, como la construcción, la agricultura, y diversos comercios. A pesar de que muchos lamentan la situación, lo cierto es que su presencia es indispensable para mantener el funcionamiento de ciertas industrias que permiten a la economía nacional seguir en pie.
Es importante reconocer que, aunque los haitianos huyen de las difíciles condiciones de su país, la responsabilidad no recae únicamente en ellos. La falta de control en la frontera y la ausencia de políticas migratorias claras y efectivas también son culpables de la situación actual. El fenómeno migratorio ha sido en parte alimentado por la falta de una estrategia coherente, tanto en la República Dominicana como en Haití.
Lo que es indiscutible es que, hoy por hoy, la inmigración haitiana es una realidad que no podemos seguir ignorando. Para que esta situación deje de ser utilizada como un tema de politiquería, es necesario que se asuma la responsabilidad y se elabore un plan a largo plazo que regule y regularice, en la medida de lo posible, la presencia de haitianos en el país. La integración debe ser vista como una solución viable, pero con condiciones claras y un marco legal que proteja tanto los derechos de los inmigrantes como los intereses nacionales.
A lo largo de la historia, figuras como Joaquín Balaguer trataron de implementar una política basada en un “nacionalismo histórico”, buscando un equilibrio entre los intereses nacionales y las realidades sociales. ¿Sería posible aplicar un plan de regularización que permita gestionar esta realidad, sin que se convierta en un tema de división política?
Es crucial que se defina un plan claro, que identifique las necesidades del país y las posibilidades que realmente existen para abordar este problema. No es solo una cuestión de seguridad o política, sino también de supervivencia económica para ciertos sectores. Los haitianos desempeñan un rol esencial que no podemos pasar por alto.
Dios, Patria y Libertad.