Zulinka asegura que la salida de emergencia estaba cerrada con pestillo, un hecho que fue reportado por los propios músicos, quienes desesperadamente golpeaban la puerta intentando abrirla mientras el pánico se apoderaba del recinto. Este detalle, de confirmarse, podría convertirse en un elemento clave dentro de la investigación, al evidenciar una posible violación de los protocolos de seguridad establecidos por ley.La joven fue contundente al declarar su intención de llevar el caso a los tribunales. “Claro que sí. Sin pensarlo”, respondió ante la pregunta de si emprenderá acciones judiciales. “¿Y sabes por qué? Porque eso fue negligencia. Si es un accidente, no importa, pero eso fue negligencia”, sostuvo con firmeza.Zulinka también aprovechó para subrayar que su reclamo no está motivado por compensaciones económicas, sino por un anhelo genuino de justicia. “Yo tengo fuerzas para trabajar, yo no necesito dinero de nadie. Eso no va a revivir a mi papá. Pero él tiene que ser responsable, no solo ante mí, sino ante un pueblo, ante tantas vidas, ante tantos niños que se quedaron sin su mamá y su papá”, puntualizó.Las declaraciones de Zulinka han provocado una ola de solidaridad y reflexión en las redes sociales, donde miles de personas exigen explicaciones a las autoridades y al propietario del local, aún no identificado oficialmente. La falta de una respuesta institucional clara ha agravado la percepción de impunidad que envuelve el caso, mientras el número de víctimas y afectados sigue en aumento En tanto, familias de las víctimas continúan esperando información sobre el paradero de sus seres queridos. Algunos cuerpos han sido rescatados, pero las labores de remoción de escombros avanzan lentamente, alimentando la angustia de quienes aún aguardan una respuesta definitiva.
La tragedia del Jet Set no sólo ha puesto en evidencia fallas de seguridad, sino que ha abierto un debate nacional sobre la regulación y fiscalización de espacios de entretenimiento en la República Dominicana. La ciudadanía exige que no se repita la historia de tragedias que se olvidan sin consecuencias, y que el luto colectivo se convierta en una oportunidad para cambiar prácticas que, por años, han sido pasadas por alto.