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Por Robert Vargas El ataque químico perpetrada ayer por funcionarios de seguridad de la Procuraduría General de la República, (PGR), contra nueve jóvenes que habían ocupado la sede de esa institución fue un infeliz e ineficaz método con el que pretendían obligar al grupo a abandonar el establecimiento, lo que no lograron, y al contrario aumentó la decisión de lucha de los activistas anti corrupción.
Además, la agresión puso en evidencia la desesperación de los funcionarios de seguridad quienes, tras sentirse burlados por el grupo de chicos demostraron clara incapacidad para manejar la situación inédita en la República Dominicana.
Durante casi seis horas, este minúsculo grupo de jóvenes, una de ella con apenas 17 años de edad y estudiante del tercer semestre de medicina en la UASD, puso en jaque no solo al equipo de seguridad de la PGR, sino al propio Procurador Jean Alain Rodríguez, y al Gobierno quienes necesitaban acabar lo más rápidamente posible con ese foco de ruido, pero sin saber cómo hacerlo.
El ingreso de los chicos y chicas
La de ayer parecía una jornada completamente normal y rutinaria en la sede de la PGR. Sin embargo, próximo al mediodía se conocería que “algo” iba a ocurrir allí.
De hecho, los periodistas de todos los medios fueron alertados temprano de que ese “algo” se produciría, pero ninguno sabía exactamente qué.
Ciudad Oriental estuvo allí desde el principio para ser testigo de lo que ocurriría y, en consecuencia, documentar la audaz acción.
El grupo de jóvenes ingresó como lo hacen todos al imponente edificio que aloja a la PGR y a la Suprema Corte de Justicia, en el Centro de los Héroes.
Se identificaron como estudiantes que tenían una asignación de sus maestros, algo común en ese lugar.
Acto seguido, subieron hasta el cuarto piso del edificio donde está el despacho del Procurador Jean Alain Rodríguez, llegando a ingresar el ante despacho de este sin mayor dificultad y sinenviar ni una sola señal de lo que se proponían hacer.
De hecho, cada uno fue con camisa o blusa que no denotaban sus intenciones.
Próximo al mediodía, y ya todos allí dentro, con un grupo de periodistas de distintos medios en el entorno, se sacaron las camisas que llevaban puestas y dejaron al descubierto unas camisetas con inscripciones que llamaban a combatir la corrupción y la impunidad.
Acababan de ejecutar la audaz acción de ocupar la sede de la PGR ante la reacción perpleja de los miembros de la seguridad, que no sabían cómo reaccionar.
Bloqueo a los periodistas
La primera decisión de los funcionarios de seguridad de la PGR, tras ser humillados y burlados por los chicos, fue bloquear el paso a los periodistas para evitar que nos enteraramos del pliego reivindicativo que enerbolaba el grupo.
Solo una periodista de un canal de televisión estaba dentro junto a los chicos por que ingresó por casualidad casi al mismo tiempo que ellos.
Cuando los demás intentamos ingresar para tomar sus declaraciones, fuimos bloqueados por los oficiales de seguridad quienes, incluso, desafiaron a la Directora de Comunicación de la PGR, quien pretendía facilitar el trabajo a la batería de periodistas.
Ella se vio precisada a increpar a los elementos de seguridad en voz alta y hacer valer su condición de Directora de Comunicaciones.
A regañadientes, los funcionarios admitieron permitir el paso a los periodistas que, hasta ese momento, estabamos en el pasillo, tras el grueso cristal.
¿Qué exigía el grupo?
El grupo de jóvenes le dijo a todos los periodistas cuáles eran sus demandas y anunciaron que permanecerían allí hasta que estas fueron cumplidas.
Ese anuncio de “permanecer” en el sitio, inexplicablemente, irritó a una veterana periodista de un medio de comunicación de la avenida San Martín, quien pretendió no dedicarse a documentar lo que sucedía, sino a confrontarlos en forma bastante agresiva, cual si ella fuera no una periodista, sino una activista política.
De todas maneras, los jóvenes dijeron lo que ellos querían, que no era otra cosa que la investigación de todos los presuntos implicados en la cadena de sobornos de la empresa brasileña Odebrecht, entre estos al Presidente Danilo Medina, los ex presidentes Leonel Fernández e Hipólito Mejía, el canciller Miguel Vargas Maldonado y el Pcorucador General Jean Rodríguez, entre otros.
También la recuperación por parte del Estado del dinero fruto del soborno y las presuntas sobrevaluciones de las obras consrtruidas por la Odebrecht y que los contratos suscritos con esta para construir varias obras les sean rescindidos.
Dijeron que estaban sorprendidos porque República Dominicana sea el único país del mundo donde Odebrecht sobornóa funcionarios sin que se produjera ni un solo arresto por ese motivo.
El ataque químico
Tras esa primera rueda de prensa dentro de la oficina, todos los periodistas, fotógrafos y camarógrafos fuimos “amablemente” conminados a salir deol lugar y a seguir los acontecimientos desde fuera, a através del cristal.
De tiempo en tiempo, llegaba algún equipo de reporteros y, a regañadientes, les permitían ingresar a hacer algunas tomas en vídeo o con fotos.
Ciudad Oriental optó por instalar una cámara fuera grabando de manera permanente.
Todo transquirría en completa normalidad.
Los chicos estaban sentados en el suelo. Se levantaban. Escribían algo en sus teléfonos inteligentes. Se hacían selfies. Aparentemente, ellos mismos se habían convertido en “reporteros” de su audaz acción.
Estaban enviado a las redes sociales, transmitiendo en directo lo que estaban haciendo.
En pocos minutos, el país entero sabía lo que ocurría allí lo que, aparentemente, desesperó a los funcionarios de la PGR.
Llegó un momento en que, dentro del lugar solo estaban los once chicos, tres o cuatro periodistas que tomaban declaraciones y hacían fotos y, finalmente, cinco funcionarios, cuatro de ellos de seguridad y una mujer adulta al parecer funcionaria de oficina.
Allá, en medio del salón, los muchachos daban declaraciones a periodistas de un canal de televisión y otros dos reporteros hacían fotos y vídeo.
Nuestra cámara, desde fuera, registraba todo lo que acontecía y estaba en el ángulo de visión de la cámara.
De repente, uno de los funcionarios comenzó a moverse con cierto nerviosismo frente a la cámara, caminaba hacia uno y otro lugar.
A la izquierda de la cámara, próximo al ventanal que da al sur del edificio estaba otro funcionario de seguridad en “un punto ciego”, fuera del campo de visión de la cámara.
Nadie sospechaba que, exactamente en el ugar donde estaba este funcionario, sería esparcida una sustancia química en el piso.
De repente, el funcionario que estaba en “el punto ciego”, intentó avanzar hacia la puerta de salida, pero se percató que si lo hacía, entraría en el campo de visión de la cámara.
Cuando lo intentó la primera vez, observó directamente el lente y rápidamente se devolvió.
En la segunda ocasión, hizo lo mismo hasta que, finalmente, se abajó “para que la cámara no lo viera”.
Segundos después de que él abandonó el lugar, el funcionario que se movía nervioso hacia uno y otro lugar, comenzó a sentir los primeros efectos de la sustancia química.
Comensó a toser, los ojos se le enrojecieron y comenzó a lagrimar.
De inmediato abandonó el sitio hacia donde estabamos el grueso de los periodistas, tras el cristal, fuera.
Otro de los funcionarios de seguridad, también salió y el que controlaba la puerta de salida, se colocó fuera rápidamente.
La funcionaria (le llamaron Rosa), fue conminada a salir por sus compañeros de la PGR cuando la vieron lagrimar y toser.
Minutos más tarde, los periodistas, camarógrafos y fotógrafos, más el grupo de jóvens, comenzaba a sentir los efectos del gas químico.
Todos tosían, lagrimaban y sentían que no podían respirar.
El ataque químico había sido consumado, con la agravante, de que le cortaron el aire acondicionado.
El resultado, sin embargo, fue contrario al que las autoridades esperaban. Los chicos resistieron como pudieron y la noticia se hizo viral en la sredes.
Poco después, frente al edificio que aloja la PGR llegaron decenas de activistas anti corrupción. Y junto a ellos, decenas de policías.Algo simple, cobró volúmen.
