La realidad de Corea del Norte como potencia nuclear

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Pero el reconocimiento no se vislumbra en el actual contexto de amenazas por parte de Pyongyang y de la continua guerra de palabras entre dos de los gobernantes más impredecibles del mundo: Donald Trump, de Estados Unidos, y Kim Jong-un, de Corea del Norte.
El lider norcoreano Kim Jong-un con militares de Corea del Norte.
Además, las cinco potencias nucleares, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia, también miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se niegan a concederle la placa nuclear a Corea del Norte.
Por su parte, ese país asiático sostiene que la invasión a Afganistán e Iraq y la expulsión del líder de Libia, Mohammar Gadafi, se facilitaron por un simple hecho: ninguno tenía armas nucleares o se habían rendido a desarrollarlas.
M.V. Ramana, presidente de Simons para Desarme, Seguridad Global y Humana de la Facultad de Políticas Públicas y Asuntos Globales de la Universidad de Columbia Británica, dijo a IPS que nace la esperanza tras los últimos intercambios apaciguadores entre las dos Coreas.
“Creo que la situación puede regresar a la de un estado de mayor calma, aunque es totalmente posible que eso implique que Corea del Norte tenga armas nucleares. Sospecho que por ahora, el mundo tendrá que convivir con su arsenal”, añadió.

“Aunque no es un objetivo deseable, no hay razón para presumir que con armas nucleares, Corea del Norte sea un mayor problema que India, Pakistán o Israel o, si vamos al caso, que China, Francia, Gran Bretaña, Rusia o Estados Unidos”, observó Ramana, autor de The Power of Promise: Examining Nuclear Energy in India, (El poder de la promesa: analizando la energía nuclear en India).

“Creo que el mayor problema es el actual gobierno de Estados Unidos que hace declaraciones provocadoras y burlonas. Creo que los países poderosos deben comenzar el proceso de aplacar la retórica e iniciar negociaciones con Corea del Norte”, añadió.
Además, cualquier proceso de paz debe partir de acciones recíprocas, uno no puede esperar que Corea del Norte afloje su programa sin que Estados Unidos tome una medida en respuesta.
Por su parte, Jayantha Dhanapala, ex secretario general adjunto para Asuntos de Desarme (1998-2003) de la ONU, dijo a IPS que no hay dudas de que Corea del Norte tiene capacidad nuclear y los medios para llegar a Estados Unidos.
Eso claramente desafía normas internacionales y viola resoluciones del Consejo de Seguridad, acotó, como el Tratado de No Proliferación Nuclear y el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares.
Pero también el nuevo Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, que es el primer acuerdo internacional vinculante para sacarlas de circulación con vistas a su total eliminación y que se adoptó el 7 de julio de 2017.
Pero ni Estados Unidos ni Corea del Norte lo firmaron, observó Dhanapala, expresidente de Pugwash (2007-2017), quien también recordó que los persistentes esfuerzos de Pyongyang por lograr un acuerdo de paz equitativo con Washington fueron rechazados una y otra vez.
Entonces “ahora vemos las payasadas pueriles de dos gobernantes enfrascados en reciminaciones mutuas como dos niños acosadores en el patio de la escuela asegurando que el botón nuclear de uno es más grande que el del otro, mientras una tensión similar a la Guerra Fría crece de forma alarmante”, añadió.
“Los pequeños pasos entre las dos Coreas prometen el inicio de un diálogo en la víspera de los Juegos Olímpicos de Invierno. Esa debe ser la oportunidad para que las grandes potencias intervengan y reanuden las negociaciones. El secretario general de la ONU debe actuar y debe hacerlo ahora”, añadió.
El número de ojivas en el mundo disminuyó desde fines de la guerra fría, de unas 70.300, en 1986, a unas 14.550, en 2017, según la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS).
El arsenal de Corea del Norte ronda entre 20 y 50 armas o quizás un poco más, según fuentes de inteligencia de Estados Unidos.
Joseph Gerson, presidente de la Campaña para la Paz, el Desarme y la Seguridad Común, dijo a IPS que los sucesivos gobiernos norcoreanos impulsaron el programa nuclear por dos motivos principales: garantizar la supervivencia de la dinastía Kim y preservar la supervivencia del Estado de Corea del Norte.
Desde la guerra de Corea, Estados Unidos amenaza o se prepara para iniciar una guerra nuclear con Corea del Norte. Esas amenazas prendieron en los norcoreanos debido a que el ejército estadounidense destruyó 90 por ciento de la estructura al norte del paralelo 38.
Gerson también recordó que tras la crisis de 1994 entre ambos países, Corea del Norte estaba dispuesta a canjear su programa nuclear por garantías de seguridad, normalización de relaciones y asistencia para el desarrollo económico.
Estados Unidos no honró su compromiso del marco acordado entonces al negarse a entregar petróleo y demorar por tiempo indefinido la construcción de los prometidos reactores nucleares de agua ligera.
En 2000, el secretario de Defensa, William Perry, y la secretaria de Estado (canciller), Madeleine Albright, negociaron un acuerdo integral con Corea del Norte, y el presidente Bill Clinton debía viajar a Pyongyang para finalizarlo, pero con la crisis política tras las elecciones de ese año, nunca ocurrió.
Luego, las primeras órdenes desastrosas del gobierno de George W. Bush, fueron sabotear el tratado, lo que a su vez propició el primer ensayo nuclear de Corea del Norte, sintetizó Gerson.
Al aceptar atletas norcoreanos a participar en los juegos de invierno y posponer los amenazantes ejercicios militares entre Estados Unidos y Corea del Sur, las acciones del presidente surcoreano Moon Jae-in alejaron por ahora el peligro de la guerra.
Tras asumir la Presidencia en 2017, Moon anunció que podía vetar la posibilidad de una desastrosa segunda guerra de Corea. Al forzar la mano de Trump, abrió la puerta a la diplomacia y a una resolución pacífica del conflicto.
Tras los juegos, “todavía existe la posibilidad de una guerra desastrosa si el monarca nuclear opta por una maniobra desesperada y mortal en su esfuerzo por sobrevivir políticamente”, añadió, refiriéndose a los escándalos que rodean a Trump.
Nunca hubo y nunca habrá una solución militar a la crisis nuclear entre Estados Unidos y Corea del Norte, y como han reiterado las autoridades estadounidenses, dada la proximidad de Corea del Sur, aun un ataque convencional contra su vecino implicaría cientos de miles de víctimas surcoreanas y podría escalar a una guerra genocida incontrolable.
La forma de avanzar requiere negociaciones entre ambos países, y posiblemente marcos multilaterales como las conversaciones de las Seis Partes, opinó Gerson.
La única forma de evitar crisis similares es que las potencias nucleares cumplan finalmente con el artículo VI del Tratado de No Proliferación, que los obliga a negociar la completa eliminación de sus arsenales atómicos.
Como alertó el premio Nobel de la Paz y científico del Proyecto Manhattan, Joseph Rotblat, la humanidad tiene dos opciones: “podemos eliminar totalmente las armas nucleares o veremos la proliferación mundial, las consiguientes guerras nucleares. ¿Por qué? Porque ningún país seguirá tolerando lo que percibe como una jerarquía injusta de terrorismo nuclear”, añadió.
Traducido por Verónica Firme

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