Por : Roberto Brito
Santo Domingo RD..Cada 12 de octubre, se conmemora lo que tradicionalmente se ha llamado el "Día de la Raza" o el "Encuentro de Dos Mundos". Sin embargo, esta fecha invita a una profunda reflexión sobre el significado de dicho encuentro y sus devastadoras consecuencias.
## Un Encuentro Sangriento
La llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 marcó el inicio de un proceso de colonización que, aunque ha sido visto como un hito histórico, estuvo acompañado de una brutalidad inimaginable. La colonización de la isla de La Hispaniola, por ejemplo, resultó en el exterminio casi completo de los taínos, un pueblo indígena que habitaba la región. En otras islas del Caribe, como Cuba, Puerto Rico y Venezuela, las estadísticas son igualmente alarmantes: se estima que solo sobrevivió un 4% de la población indígena tras el contacto con los europeos.
La llegada de los conquistadores europeos no solo significó el encuentro de dos culturas, sino el inicio de un proceso de exterminio y explotación que llevó a la muerte a más de 20 millones de personas en todo el continente americano. Este número no es solo una estadística; representa vidas, culturas, lenguas y mundos que fueron destruidos.
## La Celebración de un Legado Doloroso
Es fundamental cuestionar la celebración de un evento que, para muchos, simboliza la pérdida y el sufrimiento. Hablar del "encuentro" como algo positivo ignora el contexto de violencia y despojo que caracterizó a la colonización. No hubo un encuentro equitativo entre dos mundos; uno de ellos fue aniquilado en el proceso.
## Un Llamado a la Reflexión
En lugar de celebrar, este día debe ser una oportunidad para recordar, reflexionar y aprender de la historia. Es un momento propicio para honrar a las comunidades indígenas que han sobrevivido y luchado por sus derechos a lo largo de los siglos. La historia no debe ser olvidada, sino reconocida en su complejidad, incluyendo el sufrimiento y la resistencia de aquellos que fueron oprimidos.
El 12 de octubre debería ser un día de conmemoración y reflexión crítica, donde se reconozcan tanto los logros como las tragedias de la historia. Al hacerlo, podemos avanzar hacia una sociedad que respete y valore la diversidad cultural y que trabaje por la justicia social, honrando así la memoria de quienes sufrieron las consecuencias de un encuentro desigual.