La República Dominicana se enfrenta al coronavirus y al alcohol adulterado

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imagenSANTO DOMINGO (EFE).- La República Dominicana, en plena emergencia nacional por la pandemia del coronavirus, que ha dejado 183 muertos, vive paralelamente otra urgencia a causa del alcohol adulterado, que ha causado en la última semana unos 30 fallecidos.
Debido al estado de emergencia y el toque de queda decretados por el Gobierno en marzo pasado, en el país caribeño están prohibidas todas las actividades sociales.
Sin embargo, cada día se publican imágenes de grupos de personas, principalmente en los estratos más pobres, compartiendo, tomando alcohol, en peleas de gallos o jugando al dominó.Hace justo una semana se informó de que seis personas murieron en el sector Brisa del Este, en Santo Domingo Este, tras tomar clerén, una bebida que se elabora de forma artesanal y sin permisos sanitarios y muy consumida en la región fronteriza y en el vecino Haití.
Este era solo el comienzo de una larga lista de fallecidos por esta situación, agregando otro grave problema al país en medio de la crisis por el coronavirus, lo que llevó al Ministerio de Salud Pública a emitir el pasado 10 de abril, en Viernes Santo, una alerta epidemiológica por el uso de alcohol adulterado.
El ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, dijo este martes que 31 personas han fallecido por la ingesta de clerén y triculí, otra bebida de fabricación casera, mientras que ocho están en estado crítico, al tiempo que anunció el desmantelamiento de un local donde se fabrica este tipo de bebidas.
La Policía, por su lado, que registra 27 decesos, en su mayoría en la región metropolitana de la capital, confirmó que, junto a Salud Pública y la Procuraduría, desmantelaron un laboratorio clandestino de elaboración de bebidas en el municipio Santo Domingo Este.
En el laboratorio fue detenido un hombre identificado como Emo Rafael Ruíz, de 32 años, y fueron confiscados 19 tanques de 55 galones de materia prima para la elaboración de estas bebidas.
Dos de los primeros fallecidos son Dante Sánchez, de 54 años; y su hijo Ambiorix Sánchez, de 32, quienes residían en Brisa del Este, y quienes se reunieron a compartir el 5 de abril con varios amigos, cuatro de los cuales corriendo con la misma suerte, otros dos quedaron “totalmente ciegos” y otros dos siguen internos.
Así lo narró a Efe Alba Iris Quezada, viuda de Dante y madre de Ambiorix, todos ellos oriundos de San Juan de la Maguana (oeste), donde el clerén y el triculí forman parte de la vida diaria de sus habitantes.
Dante Sánchez, cuenta Quezada, se levantó el lunes “sin nada de fuerza, con dolor de estómago, muy delicado”. Tras varias preguntas de la mujer, confesó que había tomado clerén, por lo que ella decidió hacerle una sopa, que el hombre no llegó a tomar porque “de repente” se desvaneció y murió.
Al día siguiente, justo cuando sepultaron a Dante, su hijo Ambiorix empezó a presentar los mismos síntomas, pero negó haber tomado la bebida, tras la insistencia de su madre fue al hospital, pero allí mintió y dijo que el malestar que sentía era producto de un accidente en un motor.
“Si hubiera dicho la verdad, que tomó clerén, a lo mejor se salva”, se lamenta Alba Iris en sus declaraciones a Efe.
Ni su esposo ni su hijo quisieron decirle quién les vendió la bebida. “Esa información se la llevaron a la tumba”, afirma.
“Las autoridades tienen que dar seguimiento a esta situación, hay que saber quién o quienes son los responsables. Hay que parar este demonio, porque esta bebida es como un demonio”, agrega la mujer.
De acuerdo con el ministro de Salud, las botellas de clerén y triculí adulteradas eran vendidas “en colmados y supermercados” de la capital y su región metropolitana.
Tanto las autoridades sanitarias como la Fiscalía han abierto investigaciones para determinar la naturaleza del producto y para identificar a los fabricantes.
El clerén y el triculí son destilados de caña muy baratos, elaboradas de forma artesanal y clandestina, sin permiso de las autoridades sanitarias, que no las consideran aptas para el consumo humano.
Estas bebidas se pueden contaminar con metanol, un alcohol muy tóxico, cuando el fabricante destila maderas como materia prima o como aromatizante o al añadirle solventes para abaratar el producto.
En diciembre de 2017 se produjo un suceso similar, en el que fallecieron una docena de personas tras tomar clerén en un velatorio en Pedro Santana, un municipio de la provincia de Elías Piña, fronteriza con Haití.
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