El misterio de la muerte de Caamaño: 52 años de incertidumbre

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La ejecución de Francisco Alberto Caamaño Deñó: Un hecho que aún permanece sin respuestas


Santo Domingo RD"Caamaño tenía un balazo en la cabeza", recuerda el fotoperiodista Antonio García Valoy, quien fue asignado a la cobertura de la muerte del líder guerrillero Francisco Alberto Caamaño Deñó en la cordillera Central. Esa imagen, grabada en su mente, sigue siendo uno de los detalles más impactantes de aquel día.

Misterios sin resolver: La ejecución de Caamaño y la libertad de prensa

La ejecución de Francisco Alberto Caamaño Deñó: Un hecho que aún permanece sin respuestas


"Caamaño tenía un balazo en la cabeza", recuerda el fotoperiodista Antonio García Valoy, quien fue asignado a la cobertura de la muerte del líder guerrillero Francisco Alberto Caamaño Deñó en la cordillera Central. Esa imagen, grabada en su mente, sigue siendo uno de los detalles más impactantes de aquel día.


El 16 de febrero de 1973, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, exlíder de la Revolución de Abril de 1965, murió durante un enfrentamiento en la cordillera Central mientras lideraba un grupo guerrillero que había desembarcado en Playa Caracoles con el objetivo de derrocar al gobierno de Joaquín Balaguer, al que consideraban una "dictablanda". A pesar de que 52 años han pasado desde ese trágico acontecimiento, el cadáver de Caamaño nunca ha sido encontrado y la historia aún está rodeada de dudas.


El único rastro de ese evento está en las imágenes tomadas por Antonio García Valoy, quien fue enviado a la escena por el gobierno de Balaguer, y en los testimonios de quienes fueron testigos del suceso. Según García Valoy, el presidente Balaguer le había dado instrucciones claras antes de su partida: "Que no quede ninguna duda", le dijo, asegurando que los periodistas y reporteros gráficos tendrían plena libertad para cubrir el hecho. Este detalle resulta relevante, pues la dictadura de Balaguer había sido conocida por restringir la libertad de prensa y controlar la narrativa de los acontecimientos políticos.


La cobertura del hecho

García Valoy, quien en ese momento era reportero gráfico del Listín Diario, recibió una llamada desde el Palacio Nacional, donde se encontraba el presidente Balaguer, para que viajara a la cordillera Central y cubriera la ejecución de Caamaño. Según relata el fotoperiodista, la situación en ese momento era extremadamente tensa, ya que el acceso a la fuente del poder estaba restringido para quienes no tenían experiencia trabajando en Palacio. Sin embargo, García Valoy, junto al periodista José Goudy Pratt de El Caribe, quien sería responsable de escribir la nota que se publicaría en todos los diarios, y el camarógrafo Eladio Guzmán, fueron seleccionados para ser parte de la comitiva.


Al llegar al lugar, encontraron un pelotón de militares que se mantenían en silencio. No respondían preguntas, pero permitieron que los periodistas y reporteros gráficos realizaran su trabajo. El clima de incertidumbre y la falta de diálogo con las fuerzas armadas contribuyeron a la sensación de suspenso que rodeaba el suceso.


El evento dejó muchas preguntas sin respuesta. ¿Fue una ejecución sumaria? ¿Quiénes dieron la orden de matar a Caamaño? ¿Dónde está su cuerpo? Hasta hoy, ninguna de estas interrogantes ha sido esclarecida. Las imágenes de Valoy siguen siendo la única evidencia visual conocida del trágico desenlace, en el que el líder guerrillero cayó muerto con un disparo en la cabeza, pero el cadáver nunca fue entregado a su familia.


El legado de Caamaño

La figura de Francisco Alberto Caamaño Deñó sigue siendo uno de los símbolos más importantes de la lucha contra la dictadura en la República Dominicana. Caamaño había sido una de las figuras más destacadas de la Revolución de Abril de 1965, un intento por restaurar el gobierno constitucional de Juan Bosch, derrocado en 1963 por un golpe de Estado. Aunque su movimiento guerrillero en 1973 no logró el objetivo de derrocar a Balaguer, su muerte marcó el fin de una era en la lucha armada en el país.


A lo largo de los años, diversos sectores de la sociedad han reconocido a Caamaño como un mártir, mientras que otros, especialmente los simpatizantes del régimen de Balaguer, lo han visto como un enemigo del orden establecido. Sin embargo, lo que parece claro es que, más de cinco décadas después, su legado continúa siendo parte fundamental de la historia política dominicana.


A pesar de los esfuerzos por parte de algunos sectores para borrar su memoria, la figura de Caamaño permanece viva en el imaginario colectivo de la población. Muchos siguen preguntándose qué ocurrió exactamente ese día en la cordillera Central y por qué la verdad sobre su muerte sigue siendo tan difícil de encontrar. La ausencia de respuestas sobre el paradero de su cadáver sigue siendo un recordatorio de los oscuros momentos vividos en esa época de la historia dominicana.

El 16 de febrero de 1973, el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, exlíder de la Revolución de Abril de 1965, murió durante un enfrentamiento en la cordillera Central mientras lideraba un grupo guerrillero que había desembarcado en Playa Caracoles con el objetivo de derrocar al gobierno de Joaquín Balaguer, al que consideraban una "dictablanda". A pesar de que 52 años han pasado desde ese trágico acontecimiento, el cadáver de Caamaño nunca ha sido encontrado y la historia aún está rodeada de dudas.


El único rastro de ese evento está en las imágenes tomadas por Antonio García Valoy, quien fue enviado a la escena por el gobierno de Balaguer, y en los testimonios de quienes fueron testigos del suceso. Según García Valoy, el presidente Balaguer le había dado instrucciones claras antes de su partida: "Que no quede ninguna duda", le dijo, asegurando que los periodistas y reporteros gráficos tendrían plena libertad para cubrir el hecho. Este detalle resulta relevante, pues la dictadura de Balaguer había sido conocida por restringir la libertad de prensa y controlar la narrativa de los acontecimientos políticos.


La cobertura del hecho

García Valoy, quien en ese momento era reportero gráfico del Listín Diario, recibió una llamada desde el Palacio Nacional, donde se encontraba el presidente Balaguer, para que viajara a la cordillera Central y cubriera la ejecución de Caamaño. Según relata el fotoperiodista, la situación en ese momento era extremadamente tensa, ya que el acceso a la fuente del poder estaba restringido para quienes no tenían experiencia trabajando en Palacio. Sin embargo, García Valoy, junto al periodista José Goudy Pratt de El Caribe, quien sería responsable de escribir la nota que se publicaría en todos los diarios, y el camarógrafo Eladio Guzmán, fueron seleccionados para ser parte de la comitiva.


Al llegar al lugar, encontraron un pelotón de militares que se mantenían en silencio. No respondían preguntas, pero permitieron que los periodistas y reporteros gráficos realizaran su trabajo. El clima de incertidumbre y la falta de diálogo con las fuerzas armadas contribuyeron a la sensación de suspenso que rodeaba el suceso.


El evento dejó muchas preguntas sin respuesta. ¿Fue una ejecución sumaria? ¿Quiénes dieron la orden de matar a Caamaño? ¿Dónde está su cuerpo? Hasta hoy, ninguna de estas interrogantes ha sido esclarecida. Las imágenes de Valoy siguen siendo la única evidencia visual conocida del trágico desenlace, en el que el líder guerrillero cayó muerto con un disparo en la cabeza, pero el cadáver nunca fue entregado a su familia.


El legado de Caamaño

La figura de Francisco Alberto Caamaño Deñó sigue siendo uno de los símbolos más importantes de la lucha contra la dictadura en la República Dominicana. Caamaño había sido una de las figuras más destacadas de la Revolución de Abril de 1965, un intento por restaurar el gobierno constitucional de Juan Bosch, derrocado en 1963 por un golpe de Estado. Aunque su movimiento guerrillero en 1973 no logró el objetivo de derrocar a Balaguer, su muerte marcó el fin de una era en la lucha armada en el país.


A lo largo de los años, diversos sectores de la sociedad han reconocido a Caamaño como un mártir, mientras que otros, especialmente los simpatizantes del régimen de Balaguer, lo han visto como un enemigo del orden establecido. Sin embargo, lo que parece claro es que, más de cinco décadas después, su legado continúa siendo parte fundamental de la historia política dominicana.


A pesar de los esfuerzos por parte de algunos sectores para borrar su memoria, la figura de Caamaño permanece viva en el imaginario colectivo de la población. Muchos siguen preguntándose qué ocurrió exactamente ese día en la cordillera Central y por qué la verdad sobre su muerte sigue siendo tan difícil de encontrar. La ausencia de respuestas sobre el paradero de su cadáver sigue siendo un recordatorio de los oscuros momentos vividos en esa época de la historia dominicana.

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